RESEÑA: "Sputnik, mi amor"

Entre cabinas telefónicas y viajes europeos nos encontramos con esta novela de mi queridísimo Haruki Murakami: “Sputnik, mi amor”. Este libro, escrito en 1999 y ambientada más o menos en esa misma época, supone una escapada al mundo habitual del escritor nipón.  En esta novela nos encontramos con una estructura y un enfoque diferente al habitual en Murakami. Una historia protagonizada por una mujer, pero narrada en primera persona por uno de sus amigos. Las páginas del libro avanzan en un triangulo amoroso que no se consume. El escritor japonés por primera vez narra una posible relación lésbica y sale fuera del territorio japonés. Sumire es una chica descuidada, que le da igual lo que piensen de ella, viste como le venga bien, curiosa y con la única ilusión en su vida de llegar a ser novelista. Además, esta mujer de 20 años, nunca ha sentido deseo sexual por nadie. Sumire representa la conexión entre los otros dos protagonistas y entre dos esferas irreconciliables. Estos protagonistas atraviesan esas esferas y se pierden a si mismos. Nunca más vuelven a reconocerse en el espejo y se pierden en su interior. Cuenta con una narración sublime habitual en su literatura. Murakami nos lleva por las viñas francesas y nos deja descansar en una pequeña isla griega donde entierra un secreto indescifrable. Sus historias resultan adictivas y una vez coges el libro ya no puedes volver a soltarlo sin descubrir el final. El desenlace resulta totalmente inesperado y me sacó una sonrisa enorme. Creo que puedo decir que es mi libro favorito de Murakami. 

Es un libro lleno de altibajos, muy emotivo, surreal, que deja al descubierto las debilidades y las fascinaciones de los seres humanos. Una novela impregnada de música, de literatura, de vino, de pasión. El escritor japonés consigue que te sientas satisfecho con la lectura después de inspirar profundamente. Hace que nos enamoremos de los personajes y que deleitemos cada una de sus palabras. Una deliciosa fusión de Europa y Asía en una sola obra. Para mí, otro 10 para Murakami.

“El horizonte aún estaba ribeteado de una pálida luz, pero en aquel cielo teñido de un profundo color vino empezaban a brillar ya las estrellas. Busqué en él la luz de los satélites. Pero aún había demasiada claridad para que pudieran apreciarse a simple vista. Las estrellas visibles permanecían inmóviles, cada una en su lugar, como clavadas en el cielo. Cerré los ojos, agucé el oído y pensé en los descendientes del "Sputnik" que cruzaban el firmamento teniendo como único vínculo la gravedad de la tierra. Unos solitarios pedazos de metal en la negrura del espacio infinito que de repente se encontraban, se cruzaban y se separaban para siempre. Sin una sola palabra, sin una promesa."

(NOTA: Siento no poder extenderme tanto como quisiera y como hago habitualmente, pero la universidad no me lo permite. Disculpadme.)
 

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